Nombre genérico: IBIRAPITÁ
Nombre científico: Peltophorum dubium
Autóctono o exótico: es un árbol autóctono de Uruguay. También se conoce con otros nombres comunes como Pau-de-Rosa, Guapuruvú, y Curupay Amarillo. El Ibirapitá pertenece a la familia de las leguminosas y es nativo de América del Sur, especialmente de Brasil, Paraguay y Uruguay.
Tipo de hojas: Las hojas del Ibirapitá son hojas compuestas, lo que significa que están formadas por múltiples folíolos que se agrupan en una estructura foliar. Es un árbol de hoja caduca. Esto significa que pierde sus hojas en una época específica del año. En el caso del Ibirapitá, las hojas caen durante la estación seca o durante el otoño, y el árbol pasa un período sin hojas antes de que vuelvan a brotar en la próxima estación de crecimiento.
Fruto y flor (época de floración y fructificación): Las flores del Ibirapitá son vistosas y de color amarillo intenso. Se agrupan en grandes racimos terminales que cuelgan de las ramas del árbol. Cada flor tiene cinco pétalos y está compuesta por numerosos estambres amarillos que le dan un aspecto llamativo y decorativo. Las flores son polinizadas por insectos, como abejas y mariposas. La floración del Ibirapitá generalmente ocurre en la primavera y principios del verano. La época específica puede variar según las condiciones climáticas y la ubicación geográfica, pero suele ocurrir entre los meses de noviembre y enero en Uruguay. Después de la polinización exitosa, el Ibirapitá produce vainas alargadas y aplanadas que contienen las semillas. Estas vainas son de color marrón oscuro y tienen una textura coriácea. Cada vaina contiene varias semillas en su interior. Es importante destacar que los frutos del Ibirapitá no son comestibles para los seres humanos y, en algunos casos, pueden ser tóxicos si se consumen en grandes cantidades.
Propiedades (medicinales, uso de la madera, etc): El Ibirapitá es apreciado tanto por su valor ornamental en jardines y paisajes urbanos como por su importancia ecológica al proporcionar alimento y refugio para diversas especies de aves, insectos y otros animales. Además, su madera es valorada en la industria de la carpintería y la construcción debido a su resistencia y durabilidad. Es importante destacar que, como árbol autóctono, el Ibirapitá juega un papel importante en la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas locales. Por lo tanto, se recomienda su protección y conservación en su hábitat natural.
Otros (significado cultural, situación de vulnerabilidad, etc): Es una planta de tronco leñoso con ramificaciones (árbol), muy conocido en el mundo como árbol de Artigas, esto se debe a un homenaje que se le rinde al prócer (personaje ilustre), Uruguayo Don Jose G. Artigas en Paraguay. Esta es una especie que suele cultivarse en muchas escuelas públicas así como en jardines de todo el país.
La leyenda dice que un indio Ibirapita, hijo del anciano jefe que gobernaba al grupo, amaba con gran locura a Caavotori, que era la más noble joven de la tribu. Un buen día este habló con Ibirapita y le dijo:
-Desde este momento en adelante tú seras aquí el cacique. Yo ya estoy viejo, cansado y tengo que reposar, con esto lo único que te pido es que te cases con Isipo. -Él le respondió con gran amabilidad: Todo lo haré, todo lo haré, padre mío; pero no puedo casarme con la hermosa Isipo porque amo con gran locura a Caavotori – aquel anciano le dijo: si no te casas con ella en tres lunas, te despreciaré por siempre ante la tribu completa.
El pobre Ibirapita tomó la decisión de hablar con Isipo para poder confesarle su amor por Caavotori y así pedirle que interviniera en su ayuda ante su padre. Isipo lo escuchó con atención y en silencio y luego dijo con gran maldad y despecho:
-Yo te amo, Ibirapita. Eres hermoso y nunca permitiré que seas de otra mujer. Mi aliado es Aña, y por él juro que no serás de Caavotori. Ibirapita salió de allí lleno de desesperación y empezó a caminar sin ningún rumbo. Por fin después de mucho pensar, fue a ver a Caavotori, la tomó en sus brazos y le dijo: -vamos hacia la felicidad o hacia la muerte. Tenemos que huir de aquí.
-Yo no tengo nada de miedo si tú me llevas. Vamos a ir a donde tú quieras- Le respondió ella decidida. Pero la maldad de Isipo no iba a permitirlo, imploró por la asistencia de su aliado Aña, y siguió muy de cerca la secreta marca de aquella pareja enamorada, bajo los altos árboles de la tupida selva guaraní. Cuando Ibirapita se dio cuenta por fin de ello, echo a correr con su preciosa carga en los brazos. Estuvo así por un largo rato y de pronto se paró como paralizado, con las piernas atadas por extrañas cuerdas. Fue allí que comprendió entonces y con gran espanto que los tres se estaban transformando en plantas del bosque, dio un gran grito que hizo estremecer a las fieras y a los pájaros, y ya no vio absolutamente nada.
El juramento de la encantadora como perversa Isipo se había cumplido: “no voy a permitir que seas de otra mujer”. Aña; el diablo, había escuchado sus ruegos, tal es la gran leyenda que rodea la vida vegetal de las tres especies nombradas.
Extraído de: https://hablemosdeflores.com/ibirapita/